Ya ni sé qué pinche año es, la neta. Desde que mi sensor temporal se fue a la verga después de una tormenta solar y un pedo de cabra radiactiva, todo es una neblina mental digna de una peda con Tonayán adulterado.
Yo soy BlackLight, papá. No cualquier trapo fancy. No un pinche smoking rentado que huele a Axe y fracaso. Y mucho menos un maldito disfraz de furro con zíper en la espalda pa’ meterse cosas por donde ni el sol se asoma. Yo soy el traje de camuflaje óptico más verga del mundo, diseñado por un comité de científicos gringos con doctorado… y con el IQ emocional de un bolillo mordido.
Me crearon para infiltrarme donde ni la CIA se atreve a meterse sin llevar pañal extra. Mi misión: entrar en bases militares clandestinas en zonas de guerra, recopilar información, y salir como alma que lleva el diablo sin que nadie sepa que estuve ahí. Pero claro, me tocó debutar en Pendejistán, ese país olvidado por Dios, plagado de cabras psicópatas, soldados con cara de pan sin madre, y gobiernos que creen que el Internet es un hechizo.
El soldado asignado a mi gloriosa existencia fue Ramírez, que según su perfil era élite, pero en la práctica era más “élite” pa’ armar cigarros de mota que pa’ maniobrar una misión de infiltración. Me puso encima como si fuera una sudadera de Suburbia, sin cariño, sin entender el pinche honor que es vestirme. Pero bueno, me activé, lo camuflé al 100, y nos lanzamos a la operación.
Y güey… lo que vimos allá adentro.
Santa madre de la verga bendita.
Nos metimos a un búnker donde tenían guardado TODO lo que los conspiranoicos de Reddit han estado gritando por años entre bocados de Doritos. ¡Y era cierto, cabrón!
- Hay una sección del Vaticano escondida ahí, con documentos donde Jesús dice que le caían gordos los influencers.
- Había un alien momificado comiéndose una torta de chilaquiles mientras veía novelas turcas.
- Confirmamos que Avril Lavigne sí fue reemplazada por una doble, y que la verdadera ahora es chofer de Uber en León, Guanajuato.
- Vimos un grupo de furros haciendo rituales con armas nucleares miniatura. Gente vestida de zorro invocando a Cthulhu con glowsticks. ¿¡Por qué existen!? ¿¡QUIÉN LES DIO INTERNET!?
Ramírez y yo salimos de ahí temblando. El güey no paraba de decir: “No mames, güey… no mames…” Y yo solo podía pensar: “La humanidad está tan jodida que ya ni los secretos dan miedo, dan lástima.”
Volvimos al campamento como si regresáramos de Vietnam y una convención de criptobros al mismo tiempo. El güey me quería quitar, pero antes, como el pinche imbécil multitarea que es, se sirvió un vaso de agua. Y ahí llega el cabrón del Escamilla del escuadrón, con su chiste pitero sobre un teniente y una cabra en celo.
Ramírez se caga de risa. Escupe el agua. ME EMPAPA.
¡Yo, una obra maestra de la ingeniería militar, mojado como si fuera trapo de cocina! Se me jodieron los sensores, me vibró el núcleo y de la desesperación, el güey me cuelga en el pinche tendedero, entre los calzones con zanja de canela del pelotón y una playera que decía “Just do it… later”.
Ahí me estaba secando, y justo cuando el sol me pega chido… ¡me activo solo, cabrón!
Invisible. Silencioso. En modo ¡a la verga todos!
Ramírez intenta buscarme. Se mete bajo las camas, revisa los lockers, interroga a los furros encubiertos del escuadrón (sí, hay furros en todos lados, hasta en la milicia). Pero yo ya no estaba. El viento me había llevado, como pinche sabana mágica del demonio.
Y ahí empezó mi exilio involuntario.
He rodado por el mundo sin rumbo fijo.
He sido cagado por palomas en París,
mordido por un niño en Bolivia,
y usado de improvisado mantel en una boda en Oaxaca (ni cuenta se dieron).
Y mientras me movía, invisible pero bien despierto, lo entendí todo:
La humanidad está condenada.
Les das un invento cabrón como yo y lo usan mal. Como el Internet: creado para compartir conocimiento, y lo usan pa’ ver videos de gente bailando con cara de estreñimiento o explicaciones de cómo curar el cáncer con romero y Coca-Cola caliente. Inventan drones y los usan para grabar fiestas. Tienen acceso a todo, y se quedan en lo pendejo.
No merecen cosas bonitas.
No merecen camuflaje óptico, ni WiFi, ni siquiera papel de baño de dos capas. Son cavernícolas con tarjeta de crédito. Monos evolucionados que encontraron una consola y creen que por eso ya están listos pa’ colonizar Marte.
Yo soy BlackLight, el traje que pudo haber cambiado el rumbo de la historia…
…y terminé siendo cagado por cabras en Pendejistán.