PASO 1: CONSEGUIR EL CAMARÓN – HAZAÑA DE HÉROE O MUERTE DE COBARDE
Te levantas antes que el sol, cabrón, con la brisa pegándote en la cara y ese olor a mar que te grita: “hoy te la juegas o te mueres como un pendejo”. No desayunas, porque los guerreros no comen antes de la batalla: salen con el estómago vacío y el corazón lleno de coraje.
Llegas a la playa y ves el mar: ese monstruo azul que no perdona a los débiles. Te encueras como héroe que se quita la armadura y te avientas sin miedo a lo que haya debajo: mantarrayas, tiburones, narcolanchas… vale verga. Hoy, tú eres el depredador.
Las olas te golpean como si te debieran dinero, tragas agua salada, pero sigues, porque allá, entre corrientes asesinas, está el camarón: gordo, fresco, brillando bajo el agua como oro rosado. Lo atrapas con manos de cazador ancestral y cada camarón que va a tu cubeta es un enemigo derrotado.
Sales del mar como pinche Poseidón sinaloense: empapado, lleno de sal, con el cuerpo ardiendo por el sol y la cubeta reventando de trofeos. En tu cabeza suena un corrido que aún no existe, pero que dirá que le robaste al océano su botín y que ese botín, culero, lo vas a empanizar.
PASO 2: LIMPIEZA – SIN HUEVA, PENDEJO
Les arrancas la cabeza como si fueran tus problemas, les quitas el caparazón y, por todos los santos, les sacas la tripa negra. Esa madre no es sazón, es pura caca marina. Si no lo haces, lo que estás cocinando no es camarón empanizado: es terrorismo culinario.
PASO 3: ARMADURA DE GLORIA (EL EMPANIZADO)
- Harina blanca (y no me vengas con integral, hippie de mierda).
- Huevo batido a madrazos, como si fuera el cobrador que te está hostigando.
- Pan molido que truene más que la banda en fiesta patronal.
- Sal, pimienta y chilito en polvo pa’ que se sienta en el alma.
Calientas aceite como si quisieras freír el infierno mismo: nada de tibiezas, quiero aceite hirviendo, burbujeante, asesino.
PASO 4: FRITANGA SAGRADA
Pasas cada camarón por harina, huevo, pan. Y si quieres que truene como cuete en fiestas patrias, otra vez huevo y pan. Los avientas al aceite y los escuchas cantar como coro celestial del colesterol.
No los dejes abandonados como padre irresponsable: voltéalos hasta que queden dorados, hermosos, listos para entrar directo a tu maldito corazón.
PASO 5: LAS SALSAS – EL JUICIO FINAL
Aquí, si la cagas, mereces cadena perpetua.
✅ Salsas que sí, pendejo:
- Limón natural, no jugo de botella que huele a baño público.
- Botanera o Valentina negra.
- Mayonesa con chipotle, para machos y hembras alfa.
- Salsa Huichol, que es más sinaloense que tus mentiras.
🚫 Salsas prohibidas, hijo de la chingada:
- Catsup. Si le pones catsup, que te trague el mar y te digiera un tiburón.
- Mostaza. No estamos vendiendo hot dogs en la feria.
- Salsa BBQ. Aquí no es Texas, pendejo.
- Guacamole de Oxxo. Esa plastilina verde no la quiero cerca de mi plato.
PASO 6: EL BANQUETE DEL CAMPEÓN
Sirves, exprimes limón, bañas en la salsa correcta y le das un bocado que te hace ver la Virgen y escuchar tambora en tu cabeza. Lo bajas con una cerveza helada, sintiéndote un semidiós.
Y si llega un mamador a decir “ay, están muy grasosos”… le aventamos la mantarraya que también sacamos del mar, para que aprenda a no abrir el hocico donde no lo invitan.