Paso 1: Sembrar, cabrón
Primero que nada, deja de ser un consumidor pendejo de bolsitas instantáneas y consigue semilla de maíz palomero de a de veras, no esa mierda industrializada que te venden en Soriana. Vas, cavas un hoyo, metes la semillita y le echas agua. Y ya que eres un huevón de ciudad, reza para que la tierra no se ría de ti. Esto no es “haz clic en Amazon y ya”. ¡Esto es sudar como marrano, perro!
Paso 2: Esperar sin llorar como bebé
La planta tarda meses, sí, meses, cabrón, no 3 minutos en el microondas de tu depa culero. La cuidas, quitas hierbas, le mentas la madre a los gusanos y esperas a que la mazorca engorde. Cuando esté seca y tiesa, la pelas como a tu ex cuando la stalkeas en Facebook.
Paso 3: Reventar el pinche oro amarillo
Ya con los granos, no vengas con tus jaladas de “ay, tengo air fryer”. No seas mamón. Agarra una olla chingona, échale aceite sabroso (no ese aceite de 20 pesos que sabe a llanta derretida), y caliéntalo hasta que huela a gloria. Le echas el maíz, tápalo bien, y cuando empiece el desmadre de explosiones parece que estás en Guerra Civil cabrón, tú nomás agita la olla con huevos y deja que la magia pase.
Paso 4: Condimentar como un pinche dios azteca
Aquí sí viene lo serio, porque no te voy a dejar ser un mediocre de mierda.
- Lo que SÍ se vale: - Sal gruesa, de esa que truena en la boca como si le estuvieras lamiendo el sudor a un volcán.
- Chile en polvo, piquín, Tajín, o polvo que te reviente el hocico.
- Limón exprimido hasta que se te quemen los padrastros.
- Salsa Valentina, Botanera, Cholula, hasta la puta sangre si quieres.
- Queso rallado que huela fuerte, no esas porquerías amarillas radioactivas.
 
- Lo que JAMÁS, PERO JAMÁS, PINCHE PENDEJO: - La mantequilla artificial culera que parece vómito de payaso.
- Azúcar de feria pegajosa que hace que tus dedos queden como pito con almíbar.
- Polvos sabor “queso nacho” de bote, que saben a condón usado.
- Palomitas de microondas. ¡SI TE VEO HACIENDO ESA MAMADA TE AVIENTO LA OLLA EN LA JETA!
 
Paso 5: Comer como marrano feliz
Ya con tu montaña de palomitas mexicanas, te sientas, te las empujas con puños llenos y disfrutas sabiendo que tú eres un pinche guerrero que le metió meses de paciencia y huevos a su botana. Mientras tanto, tu vecino mediocre está metiendo una bolsa al microondas y tragando plástico con sabor a caca.
Tú no, cabrón. Tú eres chingón, azteca, soberano del maíz, emperador de la olla.
