Tacos de Cecina

Tacos de verdad.
receta
Autor/a

Montse

Fecha de publicación

7 de julio de 2025

🐄 1. Cría al puto becerro como si fuera tu primogénito

Lo primero es que necesitas un pinche becerro mamalón, no una res toda flaca que parece modelo de revista. Uno chingón, que cuando muja se escuche hasta en Tlaxcala.
¡Ese cabrón lo vas a criar tú! ¿Cómo? Pues con amor, respeto y un vergo de pasto verde, no con pinches croquetas de cartón y agua de la llave. Que el cabrón corra libre, se eche sus pedotes al sol y monte a las vacas como dios lo manda. Aquí no hay espacio pa’ animales tristes ni carne sin alma, pendejo.

Lo dejas engordar sabroso, unos 18 meses. Cuando ya esté mamado, lo miras a los ojos, le das las gracias, y ¡pum, a la verga!, se va al otro lado. Pero sin estrés, que eso amarga la carne, y aquí no queremos carne amarga, queremos carne que te haga llorar de pinche gusto, no de tristeza.


🔪 2. La cecina: el arte milenario de los machos alfa

Agarras ese lomito de res como si fuera la nalga de tu crush, con delicadeza pero con hambre. Lo cortas finito, cabrón, como si tu vida dependiera de eso. Nada de mamadas gruesas que parezcan suela de zapato. Que se vea casi transparente la pinche carne.

Después, agarras sal como si le estuvieras echando sal a tus traumas, sin miedo, sin medida. Empanas esa chingadera con furia y la cuelgas al sol o la dejas secar donde no huela a refrigerador muerto. Que agarre esa textura chingona: seca por fuera, jugosita por dentro. Como tú después de una peda de tres días.


🔥 3. Asado de macho, no de influencer vegano

¿Parrilla de gas? ¡CHINGAS A TU MADRE!
Aquí puro pinche carbón ardiente, como el infierno pero con olor a gloria. Lo prendes con periódico, ocote y groserías. Cuando ya esté al rojo vivo, echas la cecina. Nomás unos minutos, ¿eh? No seas bestia, esto es carne del cielo, no un puto ladrillo para castillo inflable.

La volteas con respeto. Ni tenedor ni pinches pinzas plásticas de Tupperware. Usa las manos si tienes huevos.
Que se dore tantito, que saque sus juguitos, que suelte ese olor que hace que los vecinos saquen la cabeza y digan:
“¡A LA VERGA, ESE VATO SÍ SABE VIVIR!”


🌮 4. El taco: testamento del dios Tlacotaco

Tortillas, papito. De maíz, calientes, recién salidas del comal.
¿Compras tortillas del súper?
¡RETÍRATE DE ESTA RECETA, TRAIDOR DE LA PATRIA!

Tortilla hecha a mano, suave pero con carácter. Le echas la cecina, y luego viene lo chingón:

  • Guacamole machacado con cebolla, ajo y limón.
  • Salsa roja hecha con chiles secos que te escupan fuego por el culo.
  • Cebolla cruda pa’ que se sienta el crujido de la furia.
  • Cilantro como si no hubiera mañana.
  • Y si te atreves, un chorrito de jugo de naranja con habanero. Pum, orgasmo bucal.

🍻 5. Traga, cabrón, traga

Levantas el taco, te lo llevas a la boca, y en ese momento SE TE OLVIDA LA RENTA, TU EX, EL SAT Y EL COVID.
Todo lo culero de tu existencia se va a la mierda. Solo existes tú, el taco y el universo diciéndote:
“ASÍ SE COME, HIJO DE LA CHINGADA.”

Acompáñalo con una chela helada, un mezcal de esos que te sacan el espíritu del cuerpo, o un pulque con sabor a berrinche de Dios.


¿Conclusión?

Si no vas a hacer esto con pasión, con huevos, con fuego y con respeto por la carne, mejor cómete una ensalada y vete a meditar a la verga. Pero si vas a seguir esta receta, bienvenido a los verdaderos placeres de la vida: taco de cecina hecho con alma, sudor, y un chingo de groserías.