🤬 INGREDIENTES, CULERO
No me andes preguntando si puedes cambiar cosas, usa lo que hay y no estés chingando.
- Tortillas de maíz (si dices “¿pueden ser de harina?” chingas a tu madre tres veces)
- Pollo deshebrado (del que sobró de ayer, no te hagas el gourmet, pinche fifí)
- Sal (échasela al gusto, si no sabes qué pedo, que te salgan salados a la verga)
- Aceite, un chingo (que se note la miseria cardíaca, estamos aquí pa’ tragar no pa’ vivir pa’ siempre)
- Palillos (de esos palos piteros pa’ que no se desarmen, o usa grapas si ya de plano vives en el caos)
Pa’ la chingonería extra (aka toppings mamalones):
- Lechuga rebanada finita (que no parezca pasto, pendejo)
- Crema (de la buena, no esa que parece lubricante del Oxxo)
- Queso rallado (que huela a rancho, no a pinche plástico gringo)
- Salsa (que pique, que arda, que te haga cuestionar tu existencia)
🔥 PROCEDIMIENTO CON PUTAZOS:
- Rellena las tortillas con pollo como si fueras un dios creando tacos dignos del Olimpo garnachero. No te emociones tampoco, pendejete, que si las atas se revientan y terminas con un pinche caldo de tortilla en el aceite. 
- Enróllalas con amor y odio, como cuando ves a tu ex con alguien más, y pónles el pinche palillo. Que queden apretados como tus huevos en Navidad con frío. 
- Calienta el aceite hasta que chisporrotee más que chisme en grupo de tías. Si no suena cuando metes algo, está frío como tu corazón después de la secundaria. 
- A freír, hijo de su pinche madre. No te vayas a achicharrar, no seas estúpido. Hazlo con estilo, como todo un maestro garnachero. Voltéalos pa’ que doren parejitos, ni modo que queden como tus decisiones: medio hechas. 
- Sácalos cuando estén dorados como culo en Acapulco. Ponlos sobre papel pa’ que escurran el aceite, no seas pinche cerdo sin criterio. 
- Corona esas joyas como si fueran los tacos de tu funeral. Les echas la lechuga, la crema que chorree, queso hasta que se vea obsceno, y la salsa que te haga sudar más que en el SAT cuando debes impuestos. 
🐷 TRAGA COMO DIOS MANDA, NO CON MAMADAS
Agarras esos tacos, te sientas, te echas una chela, y TRAGAS. Ni cubiertos, ni servilleta, ni madre y media: a mano limpia, directo del plato a tu hocico con hambre y cero dignidad.
Y si al final no te gustaron…
¡NO ES LA RECETA, PENDEJO! ERES TÚ, QUE NO SABES NI HERVIR AGUA.
Pero tranqui, todos empezamos en algún lado. Tú échale huevos, y si no sale hoy, pues mañana otra vez… porque el que no chinga, no traga.
