Caballo de Troya

Equino Fighter.
literatura
historia
Autor/a

Montse

Fecha de publicación

10 de octubre de 2025

Todo empieza en la madre esa de la guerra de Troya, hace un chingo de años, cuando los griegos, esos culeros, querían darse en la madre a los troyanos porque un pendejo llamado Paris se robó a la vieja más chida, Helena. Los griegos, bien encabronados, se la pasaron diez putos años peleando y no podían entrar a la ciudad de Troya porque esos cabrones tenían unas murallas más duras que mi madera de roble. Entonces, un vato bien vergas, Odiseo, se sacó de la manga una idea tan chida que hasta yo me sorprendí de lo cabrón que fue.

“Vamos a construir un pinche caballo de madera gigante”, dijo el cabrón. “Lo llenamos de soldados y lo dejamos afuera de la ciudad como si fuera un regalito pa’ los troyanos. Esos pendejos van a pensar que nos rendimos y se lo van a meter a su pinche ciudad”. Y yo, que en ese momento no era más que un montón de tablas y clavos, me empecé a formar con las manos de unos carpinteros bien jodidos pero talentosos. Me hicieron bien chido, con detalles y toda la cosa, como si fuera una pinche obra maestra del arte equino.

Total, que los griegos me terminan, me llenan de soldados hasta el culo (literal, porque me metieron como 30 cabrones adentro, todos sudando y oliendo a pedo), y me dejan afuera de las puertas de Troya. Los troyanos, que no eran precisamente los más brillantes, ven mi culo de madera reluciente y dicen: “¡Órale, qué chingón está este caballo! Seguro es un regalo de los dioses o una mamada así”. Y yo, desde adentro, pensando: “Pinches pendejos, no saben la que les espera”.

Entonces, los muy idiotas me arrastran pa’ dentro de la ciudad. ¡Me metieron a su pinche fortaleza como si fuera una piñata en una fiesta de cumpleaños! Esa noche, mientras los troyanos estaban bien pedos, celebrando que “ganaron” la guerra, los griegos que traía en las entrañas salieron como cucarachas de mi panza. Abrieron las puertas de la ciudad, y el resto de los griegos, que estaban escondidos como ratas, entraron y les pusieron una chinga épica a los troyanos. Quemaron todo, mataron a un chingo de vatos, y se llevaron lo que pudieron. Troya quedó hecha mierda, y yo, el Caballo de Troya, me convertí en la estrella del desmadre.

Desde entonces, mi leyenda es la neta del planeta. Soy el símbolo de la traición más cabrona, el truco más chingón que se han jalado los griegos. Así que no me vengan con mamadas de que soy solo un montón de madera, porque yo soy el puto Caballo de Troya, el que engañó a toda una ciudad y cambió la historia con puro estilo mexicano, ¡cabrón!

Si quieren saber más de mis hazañas o de cómo me convertí en el rey del desmadre, nomás díganme, pero no se me hagan pendejos, que yo no ando con juegos. ¡Órale!