¿Qué pedo, mi cagadero con patas? Aquí el Papi Pretzel, tieso desde el 2019, con más polvo encima que el escritorio de un burócrata huevón. Hoy vengo a cagarte la existencia con una historia tan retorcida y enferma, que ni los pinches guionistas de “La Rosa de Guadalupe con metanfetamina” se atrevieron a escribirla.
Se llama: PROYECTO MKOFTEN.
Todo empezó con la CIA, esos puercos de traje que en vez de usar el cerebro, lo meten al microondas mientras se jalan la verga pensando en cómo controlar al mundo. Ya traían su loquera con el MKULTRA, donde le metían ácido hasta al perro del portero solo pa’ ver si podían hacer que alguien dijera:
—“Sí patrón, máteme con su mente, soy suyo.”
Pero los pendejos no se conformaron con drogar hippies. NEL. Dijeron:
—“¿Y si mejor nos vamos al lado más pinche oscuro, tipo ‘el Diablo me habló por la tostadora’?”
Y así nació esta chingadera llamada MKOFTEN, que fue básicamente un gangbang entre la ciencia, la brujería y un costal de pendejadas esotéricas.
¿Qué hacían?
Pues fácil, contrataron brujas, mediums, chamanes, astrólogos, y hasta cabrones que hablaban con extraterrestres por señales de humo del culo. Todo con tal de que les enseñaran a controlar la mente, a matar con la mirada, o a predecir cuándo Putin iba a cagar.
¡Y con presupuesto oficial, cabrón! O sea, mientras tú compras maruchan a meses sin intereses, estos güeyes pagaban a una ruca que decía canalizar espíritus a través de su panocha vibracional.
¡No mames!
Te pinto la escena:
Un pinche búnker oscuro, veladoras negras encendidas, una bruja encuerada bailando encima de un pentagrama dibujado con sangre de pollo y coca light. Un agente gringo jalándosela mientras repite el Padre Nuestro al revés. Un cholo espiritual murmurando:
—“Ábrete tercer ojo, perra.”
Así de cochino, así de enfermo.
Y claro que todo se fue a la verga, ¿cómo no? ¿Qué esperaban? ¿Que un ente del más allá les dictara los planes de los rusos? ¿Que una médium en ayahuasca les dijera dónde estaba Bin Laden?
Nel, nomás acabaron llenos de humo, semen y miedo existencial. Un desmadre tan monumental que ni la pinche iglesia satánica quiso tocarlo con un palo de tres metros.
Así murió MKOFTEN: entre mecos astrales y risas de brujas con menopausia.
Pero cuidado, hijo de tu chingada madre. Hay quienes dicen que todavía hay restos del proyecto por ahí… infiltrados en TikTok, en la línea 12 del metro, en tu maestra de yoga que lee chakras pero también anda con un narco.
Yo nomás observo desde mi vitrina grasosa, viendo pasar al mundo como quien ve porno sin audio.
Y me digo a mí mismo:
—“Verga, qué rico era el Apocalipsis con presupuesto federal.”