Estamos en el putísimo 1917, y yo andaba bien horneadito, calentito, aromando toda la pinche cocina del Imperio Alemán, cuando de repente llega el pendejazo del Arthur Zimmermann—un burócrata con más papel en el culo que neuronas en la cabeza—y suelta una ideota:
“¿Y si le mandamos un mensajito a los pinches mexas pa’ que se agarren a vergazos con los gringos?”
¡NO MAMES, GÜEY! ¿¿Neta?? El mundo se está yendo al pito en Europa, y este cabrón quiere meter a México en el desmadre como si fuera un cholo más en una pelea de barrio que ni le corresponde.
Así que el idiota se pone a redactar un pinche telegrama todo conspiranoico:
“¿Qué onda, México? Si esos pinches gringos nos declaran la guerra, tú brinca al ruedo y rómpeles su madre por el sur. Nosotros te aventamos un paro y al final te damos de regreso tus tierritas: Texas, Arizona y Nuevo México. ¿Jalas, perro o qué?”
¡A LA MIERDA! Eso no era diplomacia, era un puto intento de soborno con un huevo en la mano y el otro en la historia.
Y luego, ¿cómo mandan esa joyita de la pendejez?
¡Por una puta línea británica intervenida, güey!
Es como si le mandaras nudes a tu ex usando el celular de su vato. ¡Pinche nivel de idiotez olímpica!
Los británicos lo agarran, lo leen, se mean de risa, lo traducen, y van corriendo con los gringos:
“Mira nomás lo que estos vergas quieren hacer con México. Te quieren picar el culo por la retaguardia.”
Y los gringos, que ya estaban medio hasta la madre de que sus barcos se hundieran gracias a los submarinos alemanes, ven esta mamada y explotan:
“¡Hijos de su puta madre! ¿Quieren guerra? ¡Pues ahí les va la nuestra!”
Así que se lanzan de cabeza a la Primera Guerra Mundial, con toda su pinche maquinaria, millones de soldados, dólares hasta por el culo, y una moral de Boy Scout con rabia.
¿Y México? ¿Qué hizo México?
Pues México les respondió con el clásico:
“No, gracias, pendejo. ¿Acaso ves mi país? Está hecho una mierda, estoy matando a mis propios presidentes, no tengo ni pa’ los zapatos de mis soldados y tú quieres que me agarre a madrazos con los pinches gringos por ti. Vete a la verga, mi rey.”
Y así, carnal… por un telegramita escrito por un idiota con delirios de estrategia, el mundo se encendió más cabrón, Estados Unidos entró a los putazos, Alemania se fue empinando, y yo… yo seguía aquí, en una bandeja, viendo cómo unos changos trajeados incendiaban el mundo por un puto mensaje mal mandado.
MORALEJA, CARNAL: No mandes mensajes en la peda. No confíes en alemanes desesperados. Y si eres un pinche strudel, mejor cállate el hocico, porque luego te muerden.